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Arquitectos: Roman Izquierdo Bouldstridge
- Área: 296 m²
- Año: 2024
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Fotografías:José Hevia
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Proveedores: Finsa, Hangrohe, JUNG, Klein, Kline, MUJI, Marset, Neolith, Peronda, Philips, Simon, Swiss Krono AG
Descripción enviada por el equipo del proyecto. El proyecto consiste en la renovación de una casa que goza de las privilegiadas vistas de la costa del Parque Natural del Garraf. El concepto principal responde a una serie de preguntas: ¿Cómo crear una arquitectura que incentive la contemplación del mar, el cielo y la naturaleza? ¿Cómo acercar al ser humano a su estado original de conexión con su entorno natural? ¿Cómo enmarcar el paisaje mediante una sucesión de cuadros dentro de un espacio doméstico? La propuesta pone de manifiesto la técnica de diseño japonesa Shakkei, que significa "paisaje prestado", en la cual el paisaje exterior del jardín se integra para formar parte del mismo. Desde el principio, se concibe el espacio como un mirador habitable.
Estructura, programa y sostenibilidad. En su estado original, la vivienda era habitada únicamente en la planta superior, con una configuración espacial totalmente compartimentada, formada por pasillos y habitaciones escasamente conectadas entre sí y con el exterior. La planta baja consistía en un espacio independiente, sin luz natural ni ventilación, debido a la presencia de un muro de piedra natural con aperturas limitadas hacia el exterior.
La primera intervención consiste en desnudar el envolvente y la estructura existente, recuperando el techo cerámico y demoliendo las particiones interiores. El diseño aprovecha la estructura original, formada por una sucesión de muros de carga en sentido longitudinal, orientados hacia el sur y las vistas, para crear un lenguaje poético que dé lugar a un programa flexible.
En la zona de día ubicada en la planta superior, la primera crujía alberga el estudio; la segunda, la terraza, comedor y cocina; y la tercera, la sala de estar, escaleras, baño y sala de juegos. En la planta baja, la primera y segunda crujía albergan el porche, recibidor, habitación principal y baño, mientras que la tercera contiene dos habitaciones, baño, escaleras y lavandería.
La segunda intervención consiste en llevar a cabo nuevas aperturas mediante refuerzos estructurales en los muros portantes, tanto los de la fachada como los interiores, con el objeto de conectar las tres crujías entre sí y con el exterior. Esta operación da lugar a grandes ventanales y pasos interiores, generando cuatro ejes transversales de circulación que dan una mayor percepción de amplitud visual, favoreciendo además la ventilación natural cruzada.
Las nuevas visuales cruzan la totalidad de la vivienda hasta el mar y la montaña, originando una sucesión de umbrales y estancias relacionadas con el paisaje. El proyecto optimiza el comportamiento energético de la vivienda y promueve la entrada de luz natural en las zonas más profundas del interior, aprovechando además la inercia térmica de los muros de piedra.
Cuadros que enmarcan el paisaje. El diseño plantea una decisión constructiva, estética y funcional que responde a la intención de crear un lenguaje simple y unitario, otorgando una nueva identidad al espacio. La ventana y el paso de puerta se conciben como un mismo elemento: un límite invisible que une y separa dos lugares, un espacio intersticial que pone en valor el concepto japonés ma, un vacío por donde transitan la luz, el aire y las personas. La sucesión de marcos de madera, formados por listones macizos de castaño, enfatiza las vistas del paisaje. Se trata de una composición de cuadros en la que la naturaleza es la protagonista, un juego de planos de diferentes proporciones que genera un nuevo escenario abstracto.
El techo y las paredes blancas contrastan con la presencia de la madera y el entorno natural, promoviendo la máxima luminosidad en el interior de la vivienda. El juego compositivo de las puertas correderas de madera, en armonía con los listones que sostienen las guías, está inspirado en la estructura de los paneles móviles japoneses conocidos como fusuma. Estos elementos, junto con el pavimento y el mobiliario de madera, dan origen a una atmósfera cálida y homogénea.
La presencia de plantas pretende expandir la vegetación exterior en un nuevo ambiente natural interior. De esta manera, el proyecto es una oportunidad de acercar al ser humano a su estado original de conexión con la naturaleza. La dualidad entre la materia viva y muerta; el verde de los pinos de la montaña en contraste con la madera que en su día formaba los troncos de castaño. Un paisaje entre lo orgánico y lo abstracto, que difumina los límites entre el interior y el exterior.